DESCRIPCIÓN:
En un soleado día de verano, María se despertó temprano y decidió dar un paseo por el parque cercano a su casa. Mientras caminaba, disfrutaba del canto de los pájaros y el suave murmullo del viento entre los árboles. El aroma de las flores y el verde intenso del césped la llenaban de paz y serenidad.
Observó a los niños corriendo y riendo mientras jugaban en el área de juegos, y se le dibujó una sonrisa en el rostro al recordar sus propias travesuras de infancia. Se detuvo junto a un estanque donde los patos nadaban apaciblemente, y se quedó un rato observándolos mientras se sumergían en el agua en busca de comida.
Decidió sentarse en un banco bajo la sombra de un frondoso árbol y sacó un libro de su bolso para disfrutar de una tranquila lectura. El silencio del parque solo era interrumpido de vez en cuando por el canto de algún ave o por el alegre bullicio de los niños.
Después de un rato, decidió recorrer los senderos del parque y descubrió un pequeño jardín de rosas en plena floración. Se acercó para admirar la belleza y delicadeza de las flores, sintiendo una profunda conexión con la naturaleza en ese momento.
Al caer la tarde, María decidió regresar a casa, agradecida por haber tenido la oportunidad de disfrutar de la belleza y la paz que el parque le había brindado. Con el corazón lleno de gratitud, se prometió a sí misma volver más a menudo a ese oasis de tranquilidad en medio de la bulliciosa ciudad.
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