DESCRIPCIÓN:
El calor del sol acariciaba su piel mientras caminaba por la playa, sintiendo la suave arena bajo sus pies. El sonido de las olas rompiendo en la orilla llenaba su mente de paz y serenidad. El cielo azul se extendía infinitamente sobre su cabeza, mientras las gaviotas planeaban en el aire en busca de su próxima presa.
Cerró los ojos y respiró profundamente, inhalando el aroma salado del mar. Recordaba haber pasado tantos momentos felices en ese lugar, disfrutando de la brisa marina y la tranquilidad que ofrecía. Las risas de los niños jugando en la arena resonaban en sus oídos, haciéndola sonreír.
Se detuvo frente al mar, observando la inmensidad del océano frente a ella. Las olas parecían susurrarle secretos antiguos, invitándola a sumergirse en su misterio. El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados.
Se sentó en la arena y cerró los ojos, dejándose llevar por la magia del momento. El vaivén de las olas y el canto de las aves la transportaban a un estado de paz interior, donde todo parecía posible.
Finalmente, abrió los ojos y se levantó, sabiendo que volvería a ese lugar una y otra vez para recargar sus energías y encontrar la calma que tanto necesitaba en su ajetreada vida cotidiana. La playa seguía ahí, esperándola con los brazos abiertos y el eterno susurro del mar.
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