DESCRIPCIÓN:
El sábado por la mañana, María se despertó temprano con los primeros rayos de sol que se colaban por la ventana de su habitación. Después de estirarse y bostezar, se levantó de la cama y se asomó a la ventana para disfrutar de la hermosa vista de su jardín. El césped estaba húmedo por el rocío de la noche anterior y las flores empezaban a abrirse lentamente, desplegando sus brillantes colores.
María decidió que era el momento perfecto para dar un paseo por el jardín antes de desayunar. Se puso unas zapatillas cómodas y salió a explorar, disfrutando del canto de los pájaros y del aroma de las flores. Observó cómo las abejas revoloteaban de una flor a otra, recolectando néctar para llevarlo de vuelta a la colmena.
Mientras caminaba, María se detuvo a recoger algunas frutas maduras que colgaban de los árboles frutales. Se llenó una cesta con manzanas, peras y ciruelas jugosas, pensando en hacer una deliciosa ensalada de frutas para el desayuno. También tomó un ramillete de flores silvestres para decorar la mesa y crear un ambiente acogedor.
Al regresar a la casa, María preparó el desayuno y disfrutó de su pequeño festín en el jardín, deleitándose con el sabor fresco y dulce de las frutas. Se sentía agradecida por tener un lugar tan hermoso y tranquilo donde poder relajarse y conectar con la naturaleza. Decidió que pasaría más tiempo al aire libre, disfrutando de la belleza y la paz que su jardín le ofrecía.
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