DESCRIPCIÓN:
Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía un anciano sabio conocido por todos como el Guardián de la Montaña. Su casa, ubicada en lo alto de la montaña más alta de la región, era un lugar de peregrinación para aquellos que buscaban consejo y sabiduría.
El Guardián de la Montaña había dedicado su vida a estudiar las estrellas, los elementos de la naturaleza y el arte de la meditación. Su sabiduría era tan profunda que se decía que podía predecir el futuro y resolver cualquier problema que se presentara en el pueblo.
Los habitantes del pueblo acudían a él en busca de orientación y ayuda en tiempos de dificultad. El anciano sabio los recibía con amabilidad y paciencia, escuchando sus problemas y ofreciendo sabios consejos para resolverlos.
Un día, llegó al pueblo un forastero en busca de la sabiduría del Guardián de la Montaña. El hombre parecía afligido y desesperado, y pidió al anciano que le ayudara a encontrar la respuesta a un enigma que lo atormentaba.
El Guardián de la Montaña escuchó atentamente la historia del forastero y, después de meditar unos momentos, le dio una respuesta que lo dejó perplejo. El forastero agradeció al anciano y se marchó, con la certeza de que había encontrado la solución a su problema gracias a la sabiduría del Guardián de la Montaña.
Así, el anciano sabio seguía siendo un faro de luz y sabiduría para todos los habitantes del pueblo, que lo veneraban como un guía espiritual y un maestro en el arte de vivir en armonía con la naturaleza y consigo mismos. Su legado perduraría por generaciones, inspirando a los que vinieran después a buscar la sabiduría y la paz interior en las alturas de la montaña.
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