DESCRIPCIÓN:
El perro corría feliz por el parque, persiguiendo una pelota verde y saltando de un lado a otro con gran entusiasmo. Su pelaje dorado brillaba al sol y sus orejas largas se agitaban con cada movimiento. Los niños que paseaban por el parque se detenían a mirar con asombro la energía y alegría que emanaba el perro.
Cada vez que atrapaba la pelota, el perro la devolvía a su dueño con una expresión de alegría en su rostro. Sus ojos brillaban con la emoción del juego y su cola no paraba de moverse de un lado a otro. Era evidente que para él, ese momento de diversión era lo más importante en ese momento.
Finalmente, después de un rato de jugar, el perro decidió descansar a la sombra de un árbol. Se sentó sobre el césped fresco y su aliento agitado demostraba lo agotado que estaba. Sin embargo, su mirada seguía llena de vida y felicidad, como si nada pudiera empañar su alegría en ese momento.
Los niños se acercaron al perro con curiosidad y le acariciaron su suave pelaje. El perro movió la cola en señal de agradecimiento y cerró los ojos, disfrutando de las caricias de los pequeños. Era evidente que el perro había logrado ganarse el corazón de todos los que lo rodeaban con su inocencia y amor incondicional.
Así, el perro continuó disfrutando de su día en el parque, contagiando su energía y alegría a todos los que se cruzaban en su camino. Su simple presencia era suficiente para iluminar el día de cualquiera y recordarles la importancia de vivir el momento con alegría y gratitud.
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