DESCRIPCIÓN:
En una soleada mañana de primavera, las flores del jardín comenzaban a abrirse y a desplegar sus colores vivos. El aroma a tierra húmeda y plantas florecientes impregnaba el aire, mientras las abejas revoloteaban de una flor a otra en busca de néctar.
En el aire se escuchaba el suave trinar de los pájaros, creando una sinfonía natural que llenaba el ambiente de alegría y vida. El sol brillaba en lo alto, iluminando cada rincón del jardín y haciendo brillar las gotas de rocío que aún se aferraban a las hojas de las plantas.
En medio de este paraíso natural, un pequeño cesto de mimbre reposaba en la hierba, lleno de frutas frescas y maduras. Manzanas rojas y jugosas, peras dulces y uvas maduras se mezclaban en una deliciosa combinación de colores y sabores.
Los rayos del sol acariciaban las frutas, haciéndolas brillar y resaltando su frescura y su jugosidad. El aroma de la fruta madura se mezclaba con el de las flores, creando una atmósfera embriagadora que invitaba a disfrutar de los placeres sencillos y genuinos que la naturaleza nos ofrece.
Así, en medio de este escenario idílico, se podía disfrutar de la belleza y la abundancia de la naturaleza, recordando la importancia de cuidar y preservar nuestro entorno para poder seguir disfrutando de estos momentos de paz y armonía. Porque en la sencillez de la naturaleza encontramos la verdadera riqueza y la felicidad plena.
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